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MARTA GÓMEZ Cantante, inició ayer en Oviedo su minigira en Asturias

M. Á. FERNÁNDEZ
A pesar de vivir hace años en Nueva Jersey, Marta Gómez procura volver a su tierra, Cali, en Colombia, al menos una vez al año. Esta cantautora abrió ayer en Oviedo el nuevo ciclo «Músicas del siglo XX» de Cajastur. Destila alegría de vivir y pasión por la música, que se refleja sobre todo en su nuevo disco, «Musiquita».

-¿Qué aporta su nuevo disco, «Musiquita»?

-Pues dos cosas importantes. Uno, que no he tenido que grabarlo en una iglesia, como los anteriores para el sello Chesky. Allí la acústica limitaba mucho las percusiones. Otra, que aquí sí he podido tener más músicos y artista invitados, como Gema y Pável y la percusionista argentina Mariana Baraj. Hemos tenido más tiempo para hacer las cosas. Hemos podido aprovechar la frescura de las canciones, y grabando casi en directo, captando la energía de la voz. Prefiero esa frescura que la perfección técnica.

-Una alumna «cum laude» en Berklee que hace folclore latinoamericano. Uno piensa que de esa prestigiosa institución musical sólo salen jazzistas.

-Lo mejor de Berklee es que es un lugar abierto. Allí la gente toca todo tipo de música: clásica, rock, jazz, heavy metal?, pero es que el jazz es abierto. Nunca te exige rigidez. En todos mis proyectos metía música colombiana, folclórica, salsa o son. Allí todos son músicos y hay música en todas partes. Hay hasta cuatro conciertos diarios a cargo de los alumnos.

-De Colombia mucha gente sólo conoce a Shakira.

-La verdad es que no hay tanta influencia dentro de Colombia de ese tipo de música tan comercial. En los últimos años todos los nuevos grupos incluyen más música colombiana. No hay grupos sólo de pop. A veces mezclan la cumbia con hip hop u otras influencias. Eso antes no se veía. ¡Hasta yo conozco más tangos que los argentinos de mi banda!

-Versionea «Aquellas pequeñas cosas», de Serrat.

-Mi mamá dice que cuando era un bebé ya cantaba. Por eso me llevó a una escuela donde pudiera estudiar música. Estuve diez años de solista en el coro. La directora llegó a ser mi segunda madre. Por las tardes nos enseñaba guitarra y canciones de todo tipo. Y un día me cantó esa canción, que me pareció tan hermosa que nunca quise oírla grabada por Serrat para no olvidarme jamás de ella.
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