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Shakira hace casi cinco años que está con una familia sustituta. Y recién ahora sale una orden judicial para que la adopte otra mujer. El drama es otro caso que demuestra las irregularidades en el régimen del que son responsables la jueza de Menores y el Ministerio de Bienestar Social. Sospechan de amiguismo y corrupción.


La hermana biológica de Damiana se llama Shakira. Cumplió cinco años el miércoles pasado. Pero la felicidad no fue completa: en esas horas, la familia sustituta que la crio durante cuatro años y medio se vio envuelta en angustia porque la jueza Cristina Baladrón advirtió -de mal modo, según cuentan- que les quedaban unos pocos días para que tuvieran que entregar la nena.
La historia es dramática. Shakira llegó a brazos de la familia Vargas cuando tenía nueve meses de edad. Estaba desnutrida, llena de piojos, tenía sarna. Los Vargas le dieron afecto y contención. Hoy Shakira vive en Villa Parque, rodeada de familiares y amigos.
Matilde Domínguez, su madre sustituta, luce demacrada en estas horas de tristeza. No para de llorar cuando se imagina sus días sin Shakira.
“A mí me dicen que no estoy en condiciones de adoptarla porque son muchos requisitos, pero se la quieren dar a una mujer que tiene 50 años y que vive sola. Si se la pueden dar a esa mujer, también me la pueden dar a mí”, apunta. Y cuenta: “Con nosotros está siempre rodeada de familia, tenemos seis chicos más, también ve a su hermana (biológica), se visitan”.
Los cuestionamientos de la familia apuntan al poder político y a la jueza: “Nadie se preocupa por la gente ni por los chicos... Ni se acuerdan de la madre biológica, de nadie. Nunca ven cómo está la nena. Los tratan como si fueran un papel, un expediente”.

“Acá mando yo”

Los Vargas dicen que la semana pasada la jueza Baladrón les avisó que tenían que dejar a Shakira porque se había resuelto la adopción. Le cuestionan, incluso, sus malos tratos. Cuando le plantearon el drama que significaba eso, la magistrada habría respondido, a los gritos: “¡Bueno, quince días tiene!”.
Eso fue el martes. Al día siguiente era el cumpleaños. Frente al planteo, siempre según el testimonio de la familia Vargas, la jueza habría espetado: “Acá la que manda soy yo. Y la nena va a tener muchos cumpleaños más”.
En realidad, zafaron de que el trámite se concretara de inmediato porque la nena tenía fiebre. Con ese argumento -estaba en cama- pudieron postergar la concreción de la medida, a lo que se sumará en las próximas horas un recurso judicial refiriendo a innumerables irregularidades e inconveniencias de decidir la adopción de este modo.
“Acá hay una mala actuación, está todo mal barajado”, dicen Matilde Domínguez y una de sus hijas, Sandra Vargas. E insisten en que la niña ya tiene edad para que su opinión tenga peso en la decisión.
“¿Cómo puede ser que nosotros no tengamos que tener sentimientos? ¡No piensan en la nena!”, grita Sandra Vargas, indignada, y suelta unos cuantos insultos sobre los responsables. “Cuando el otro día fue la madre que supuestamente va a adoptar a Shakira -dice Matilde Domínguez- ella le dijo ’por las buenas o por las malas te voy a llevar conmigo’... Y la nena está atemorizada”.
“Acá Shakira tiene todo lo que tiene que tener. Tiene amor, compañía, todo. Nos juntamos los domingos a comer unas 30 ó 40 personas”, insistió la madre sustituta.
La sombra de la corrupción y el amiguismo no puede estar ausente: los Vargas notaron con sospecha que la asistente social que habría influido para definir el futuro de Shakira “es amiga de la madre adoptiva... El otro día, cuando la jueza decidió, se abrazaban y festejaban esto como si fuera un triunfo”, lamentaron.
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